Uno de los momentos más complejos en el tratamiento de adicciones es cuando la persona tiene que reconocer su enfermedad y no lo hace. Las escusas son el arma de defensa de la persona adicta para justificar su consumo y sus repetidas recaídas. La credibilidad en un adicto se desgasta y no se puede confiar en su palabra debido a su enfermedad, no es un acto consciente, sino que no pueden evitar mentir para proteger su adicción.
La familia y el entorno se ven afectados por las consecuencias de la adicción. Las mentiras y las malas experiencias son continuas y el entorno lo sufre con el día a día. Son momentos delicados y las familias deben de tener la intención de solucionar este problema, pero es habitual que no dispongan de las herramientas necesarias para abordar la enfermedad. Por ello, muchas veces la relación entre familia-adicto se deteriora y pierden la posibilidad de comunicarse con la persona enferma. Llegados a este punto, la familia no encuentra oportunidad para hacer comprender al adicto la gravedad de la enfermedad.
La pérdida de control que sufren los enfermos y afectados por las adicciones hace que sus promesas no sean válidas, y por mucho que prometen en que no van a volver a consumir, no son capaces de decir que no a su adicción. En este momento, es importante la actuación de un profesional para concienciar al paciente del punto en que se encuentra su enfermedad y, así, pueda empezar un tratamiento de adicciones.
El profesional ayudará tanto al paciente como a su entorno, ofreciendo su apoyo y asesoramiento para que el entorno pueda recuperar la comunicación con la persona enferma. El especialista en adicciones facilitará consejos e indicaciones para hacer más fácil la situación, establecer la comunicación no es imposible y todos los movimientos ayudan a convencer a la persona que está atrapada en su adicción para empezar el tratamiento.
Con paciencia y el acompañamiento adecuado es posible empezar el camino hacia la recuperación y desintoxicación de la persona afectada para que pueda volver a llevar una vida normal.
